miércoles, 25 de octubre de 2023

El yo-yo

Era el año 1981 y estaba en el primer grado con seis intensos años de vida, apasionada por Menudo y todo lo que me vendieran en la puerta del colegio. Mi mamá era madre soltera, lo que implica que en su presupuesto no estaba gastar nada en esas sonseritas de la calle. 


Pero yo me enamoré y me puse reeetóxica por unos yo-yos que había sacado Coca Cola, Fanta y Sprite. Cuando el yo-yo descendía brillaba con unas luces psicodélicas que yo necesitaba tener en mi vida, en la quinta con mis amiguitas y obviamente en cada cuarto de mi casa con la luz apagada. ¡Tenía una visión clara y mi mamá era el obstáculo!


Ya se imaginarán el tormento chino que me volví, como un dedo sobre su paciencia que seguro estaba utilizando para navegar unas tormentas en su vida que se comieron su salud y por eso no esta con nosotros en esta tierra, pero sí con Jesús.


Un  día cuando regresé del colegio, volví con la “cantaleta del yo-yo mugroso ese” y atracó darme sus millones de dineros para que me compré uno. Entonces, salí despavorida, atravesé el parque con mis
piececitos de seis años, con rodillas nuevas aún (esas malosas que ahora están crujientes). Llegué a la esquina del colegio y vi del otro lado de la acera a todos esos encantadores de las menudencias escolares, poniéndolos bajo los hechizos de las chucherías como el arrozillo, chocomel, cancioneros de Menudo, heladitos D´onofrio cerca de ti y !el yo-yo! Para nada me detuve. Cruce la pista con todas mis fuerzas y juventud de la infancia, pero hasta la mitad de la pista no más porque ahí un camioncito me golpeó y me hizo volar media calle.


El chofer y su esposa supongo, vinieron a verme, me subieron a su carro y me llevaron a mi casa. Obvio que yo les dije como llegar, porque siempre estoy bien ubicada en la vida. 

Vivíamos en un tercer piso, y mi mamá bajó preocupada, les agradeció que estuviera completa. Yo era la vistima. Se fueron los señores, subimos hasta el descanso del segundo piso y me cayó mi  buena paliza por salir corriendo como una loca atolondrada. 


¡Esa filosofía de mi mamá! Pegarte después de caerte para que no te vuelvas a caer. El otro día Karen Tirsa Mariposa me dijo que su mamá le pegaba después de perderse o caerse para que se le vaya el susto.


No puedo juzgar a esas mamás porque me han implantando ese chip muy en mis adentros y de alguna manera tiene lógica en mi mente.


Días después, mientras yo bailaba con mi pijama sobre el mueble de la sala, mi mamá llegó de trabajar, abrió la puerta, extendíó su brazo y en la palma de su mano estaba mi yo-yo de Coca Cola. Así es la belleza: inesperada en su imperfección.


Dios es bueno por darme una mamá del antiguo testamento y no una de algodón, como tienen algunos niños de hoy.



Clb.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me hizo 😢.Muy cierto: “mamá del antiguo testamento y no una de algodón” ❤️

Anónimo dijo...

Una vez mi hija, de solo 4 creo, se perdió y cuando la encontré me invadió unas ganas locas de darle unas nalgadas para que "se le vaya el susto", creo q realmente era más para quitarme a mi el susto, igual, no me dejaron hacerlo, creo q se me quedó el chip de mamá del AT.

RS dijo...

Mamá del AT... Buena.! 😎