viernes, 20 de octubre de 2023

El día llegó

Vivo en mucha humildad  física desde que empecé a entrenar Taekwondo. Como ya les dije, es un deporte en el que he avanzado por perseverante no porque destaque. Creo que lo único de mi cuerpo que esta a la altura de este arte marcial es mi corazón, que aguanta mucho, de ahí, todo lo demás es un desastre.


En este tipo de clases, el profe siempre le pide a un alumno que modele los ejercicios. En mi clase la mayoría de veces es Daniela, y luego otras chicas, y hasta alumnos nuevos. Yo no me gasto emocionalmente esperando que me invoquen. Es duro, pero hay que tener piel emocional de rinoceronte para pasarla y seguir entrenando como si nada.


Porque solo tenía dos opciones, abandonarlo porque soy mala para esto, pero si no renuncié en mi papel de esposa y de madre, creo que puedo con esto, que no es eterno. Y la otra opción, darle con todo, hasta el final, hasta alcanzar el  tan anhelado Black Belt.


Ojo que esto no quiere decir que no te puedo pegar o hacer daño si me buscas y me encuentras (les hablo a los malos elementos de la vida). Con Taekwondo o sin taekwondondo sucederá, puedes contar con eso.


Por picona, este verano jugando en la piscina de Kawai la versión water polo salvaje que me encanta, Karen Mongrut se metió debajo del agua como un pecesito y se pasó de largo como si nada. Yo dije ¿what?. Me sentí super limitada de no poder ganar solo porque me da miedo ahogarme. Así que después de sacar cuentas de dinero y tiempo, decidí meterme en natación.


Ya llevo seis meses tragando agua, desesperándome por la falta de aire, con dolores en los hombros, pero feliz, porque hay un magia en el deslizarse en el agua y no sentir tu peso. La misma perseverancia del taekwondo la traje a la natación, así bien chevere con mi cuerpo de verano. 

Y hoy sucedió. Nos estaban enseñando a hacer la patada de rana del estilo pecho. El profesor nos explicó como combinar la brazada y la patada de pecho, y en eso dijo: “Hagan como hace su compañera”, y me señaló.  ¿What? ¿Que yo demuestre? Me ajuste las inseguridades y procedí. En eso escuché su voz, a lo mejor corrigiendo algo, entonces me detuve. Y me dijo: “Continua, está bien”.


¿Quién sabe? A lo mejor el Taekwondo no es mi deporte, pero sigo insistiendo. Lo que comprobé hoy es que la perseverancia paga. Como dice Yokoi Kenji, la disciplina vencerá a la inteligencia, así sea siete años después.

Lo que sí es cierto es que mucho de lo que he aprendido en el Taekwondo lo aplico en la piscina. Interesante ¿no?


Amiguitos, insistan, no retrocedan, un día tendrán su recompensa.


Dios es bueno.


Clb


P.d. Karen Mongrut, ¿para cuando la revancha?




4 comentarios:

mafer wafer dijo...

Chócala! Un día hay que nadar juntas pastora

Anónimo dijo...

Eres ejemplo de perseverancia, el profe tiene razón.

RS 😎 dijo...

Nos toca nadar en el mar Reina..!!! 😎

Clb dijo...

😒