Otro tema de estos cuarenta años ha sido la lonchera escolar del mal. No sólo fue un tema pensar que cocinar todos los días por 365 días por 18 años de casada, sino que a esto se suman el mega estrés de pensar en tres loncheras para distintas edades durante 10 meses en el año desde hace 15 años.
¿Cómo es que sobrevivimos?¿Cómo es que la cabeza no nos explota, ni rompemos en un llanto desesperado cuando estas viendo un programa de televisión, un poco relajada y en eso ¡Toma mientras! ¡Me olvidé de la lonchera!? Y salimos como locas a buscar qué comprar para que al día siguiente con medio cerebro dormido prepares la loncherita.
Sí, sí, sí. En el día de la madre todas aceptamos los reconocimientos y agradecimientos por este sacrificio como si fueramos la Madre Teresa de las Loncheras, pero es más que un sacrificio. Creo que no existe la palabra aún. Tampoco lo llamaría amor de madre. No sé.
Hasta que un buen día el año pasado, acepté el corto trabajo de hacer movilidad escolar. Esto involucraba levantarse a eso de las 5:30 a.m., prepararse y salir para ir a sacar la camioneta, en fin, mi día empezaba mucho antes de la preparación de la lonchera del mal.
Preocupada por este tema, y viendo que quería extender mis alas en otras áreas de realización personal, Waner, mi hija mayor, que ya terminó el colegio y que trabaja, se ofreció para hacer las loncheras de sus hermanas. Entonces, con toda la tranquilidad del mundo, asumí el reto.
Pero solo duré casi tres meses, porque el estrés del tráfico, los niños y otros temas más me dieron una migraña malévola. Con algo de alegría, regresé a mis labores de madre de escolares y me preparé para al día siguiente hacer las loncheras de mis hijas.
Estuve tan cansanda que me desperté cuando ellas ya se habían ido al colegio ¿Quién les preparó las loncheras? Ahí supe que Waner sólo les hizo las loncheras por una semana y luego les enseñó a preparárselas ellas mismas. Debo aclarar que para ese entonces mis hijas tenían 16 y 12 respectivamente.
No sabía si llamarle la atención o agradecer a Waner.
Desde ese día hasta hoy, no volví a hacer loncheras. Descubrí que cuando mis hijas se hacen las loncheras, llevan lo que necesitan para hacer trueque por la comida de otros amigos. Una especie de mercado negro con la comida que te mandan tus papás. Fui libre.
Hasta hoy, que todavía van al colegio, ellas mismas se despachan y comen lo que quieren. Yo sólo tengo que dejarles la materia prima.
Que esto pasará antes de mis cuarenta si fue cool.
Clb
P.d. La que salté en un pie de alegría consistentemente durante todo un período escolar por hacer la lonchera que me tire la primera piedra.
¿Cómo es que sobrevivimos?¿Cómo es que la cabeza no nos explota, ni rompemos en un llanto desesperado cuando estas viendo un programa de televisión, un poco relajada y en eso ¡Toma mientras! ¡Me olvidé de la lonchera!? Y salimos como locas a buscar qué comprar para que al día siguiente con medio cerebro dormido prepares la loncherita.
Sí, sí, sí. En el día de la madre todas aceptamos los reconocimientos y agradecimientos por este sacrificio como si fueramos la Madre Teresa de las Loncheras, pero es más que un sacrificio. Creo que no existe la palabra aún. Tampoco lo llamaría amor de madre. No sé.
Hasta que un buen día el año pasado, acepté el corto trabajo de hacer movilidad escolar. Esto involucraba levantarse a eso de las 5:30 a.m., prepararse y salir para ir a sacar la camioneta, en fin, mi día empezaba mucho antes de la preparación de la lonchera del mal.
Preocupada por este tema, y viendo que quería extender mis alas en otras áreas de realización personal, Waner, mi hija mayor, que ya terminó el colegio y que trabaja, se ofreció para hacer las loncheras de sus hermanas. Entonces, con toda la tranquilidad del mundo, asumí el reto.
Pero solo duré casi tres meses, porque el estrés del tráfico, los niños y otros temas más me dieron una migraña malévola. Con algo de alegría, regresé a mis labores de madre de escolares y me preparé para al día siguiente hacer las loncheras de mis hijas.
Estuve tan cansanda que me desperté cuando ellas ya se habían ido al colegio ¿Quién les preparó las loncheras? Ahí supe que Waner sólo les hizo las loncheras por una semana y luego les enseñó a preparárselas ellas mismas. Debo aclarar que para ese entonces mis hijas tenían 16 y 12 respectivamente.
No sabía si llamarle la atención o agradecer a Waner.
Desde ese día hasta hoy, no volví a hacer loncheras. Descubrí que cuando mis hijas se hacen las loncheras, llevan lo que necesitan para hacer trueque por la comida de otros amigos. Una especie de mercado negro con la comida que te mandan tus papás. Fui libre.
Hasta hoy, que todavía van al colegio, ellas mismas se despachan y comen lo que quieren. Yo sólo tengo que dejarles la materia prima.
Que esto pasará antes de mis cuarenta si fue cool.
Clb
P.d. La que salté en un pie de alegría consistentemente durante todo un período escolar por hacer la lonchera que me tire la primera piedra.